Al adentrarnos a esta exposición, nos recibe una escena que evoca tanto el enigma de tiempos antiguos como la astucia de actos ilícitos. Cinco siluetas de changos se erigen, portando en sus manos tesoros prehispánicos pertenecientes a la rica y ancestral cultura del México antiguo. Estos personajes, están por emprender un viaje clandestino, transportando objetos de un mundo antiguo a uno moderno. A través de estas piezas, se devela una narrativa compleja: la de un patrimonio que ha sido desplazado, saqueado, y dirigido hacia colecciones y museos alrededor del mundo. Este encuentro es el comienzo de una reflexión sobre cómo la historia y la cultura pueden ser simultáneamente protegidas y traicionadas, revelando la dualidad de la difusión y la profanación de los tesoros ancestrales.

El Taller Jacobo & María Ángeles ha decidido interpretar el esplendor del trabajo prehispánico y evidenciar al acto y a los agentes del saqueo. Estos agentes, aunque involucrados en actividades ilegales, han sido inadvertidamente responsables de la “difusión” de nuestra cultura a través del mercado negro y las exhibiciones en museos extranjeros. La intención es subrayar la acción humana de profanar tumbas, arrancando objetos valiosos con los que las antiguas civilizaciones fueron enterradas, para satisfacer la demanda de colecciones privadas y exhibiciones en museos, especialmente durante los procesos de colonización.

 A su vez, se plantea la idea de que el valor de las piezas extraídas, radica no sólo en su materialidad, sino en el contexto donde fueron halladas, su ubicación geográfica y su relación con otros objetos. Al ser extraídas, estas piezas pierden el contexto que les otorga significado. Sin esta conexión, se convierten en meros objetos mercantiles, se les despoja de identidad y reducen su poder educativo y simbólico. 

«Ladrones de ruinas» invita a una reflexión profunda sobre los procesos de extracción, investigación y preservación de artefactos culturales, y cómo estos procesos son percibidos y llevados a cabo en distintas latitudes. La colección no solo celebra la belleza y la habilidad artística, sino que también abre un diálogo sobre la ética y las implicaciones de la conservación cultural, cuestionando las dinámicas de poder y propiedad que subyacen a estas prácticas.